Pontevedra y sur

Cuando uno ha tenido la suerte de viajar más de lo nunca soñado, resulta que en Galicia, en el sur de Pontevedra por acotarlo con certeza, se sorprende tras darse de bruces con lo más cicatrizado en la memoria, con postales de ayer que viajaban con franqueo pagado hasta acodarse en lo más hondo de la retina. En Tui con un deslumbrante barroco portugués como aquel de Minas Gerais o Salvador de Bahía, al fondo del oeste con un Miño reconvertido en Mekong a su paso por Santa Tecla, justo cuando vomita su cieno en la profundidad atlántica, y hasta con unos hórreos de barniz desconchado que se pierden tras callejas de medio metro de ancho como si Pasai Donibane, el hogar, nunca se hubiera alejado más de un palmo de Combarro. Luego el pulpo, el Albariño,… el mundo que chirría o gime pero no deja de girar. Mañana no hay plan, alguien nos guiará.

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