Mercerreyas

Dos años después,

Jueves, 6 de septiembre de 2018

{{ brizy_dc_image_alt uid='wp-af65a8e2ba16642b4f904f0e45ee7777' }}

Dos años después, otro millón de gracias

Un par de años después un nuevo sueño cumplido, ot8ra pequeña muestra de solidaridad que, gracias a muchos de vosotros, nos ha permitido donar solidariamente cuatrocientos euros, la cantidad íntegra por la venta de los cuarenta ejemplares de “El viaje es lo de menos” que imprimí en Bangkok, a una asociación muy especial. 

 

Con apenas veinticinco casos registrados en toda España, el síndrome de Mowat-Wilson es otra de esas grandes enfermedades desconocidas que quedan fuera del foco de periódicos y titulares pero que suponen un esfuerzo de por vida tanto para quien lo padece como para sus familiares. 

 

La asociación Mowat-Wilson España, de reciente creación (no en vano este mal congénito se definió por primera vez en 1998), trata de generar una voz común que reivindique necesidades y ayudas para los afectados por dicho síndrome ya que, como sucede con enfermedades raras y poco comunes, suelen quedar condenados al olvido en lo referente a recursos institucionales o médicos. 

 

Es posible que a muchos, los que vivimos a toda prisa con la vista anclada en el yo, mi, me, conmigo, nos suene a chino; pero la realidad es tozuda y golpea a tu puerta en el momento menos imaginado, en la familia de primos, hermanos, cuñados o conocidos más cercana. 

 

Entonces uno sale del turbulento trance que es vivir para entender que, mucho más importante que lo nuestro, respirar con dignidad, comer con dignidad y hasta ir al baño con dignidad es un lujo infravalorado el cual, para ser entendido, no necesita de viajes a lo profundo de India o Congo sino de abrir bien los ojos a nuestro lado. Mowat-Wilson, tan sencillo como dos apellidos truncados, tan complejo y fatigoso como una vida a contracorriente, podemos ser cada uno de nosotros. 

 

Es cierto que mi idea siempre fue donar la cantidad de los libros en el continente asiático, tal y como sucedió con el arroz en Nepal o la pequeña donación a Cottolengo del sur de India, pero creo que también es necesario reivindicar a personas y situaciones que conviven hombro con hombro con nosotros y sobrellevan sus circunstancias en silencio. 

 

Lo que al principio era una idea vaga con el tiempo se convirtió en una convicción, aunque deba admitir abochornado que lo ha sido porque me pillaba cerca, de lo contrario debo ser tan necio que aún seguiría mirando a Asia, ajeno al vecino mudo. Por todo ello solo me queda agradecer a toda la gente que decidió invertir parte de su dinero en esta humilde iniciativa (pese a que os pregunté en qué podríamos invertir este dinero todos me disteis carta blanca para decidirlo yo en vuestro nombre), y enumerar… 

 

-A mis hermanos, por llorar conmigo en alegrías y penas

 

-A Maitane y Bryan, por respirar abrazados a mí, marcando el compás

 

 -A la gente de Gureak del bar de Aulario de la UPV-EHU en Donosti, por creer en mí.

 

 -A los colegas de Donosti, compañeros de pupitre (sentados) y barra de bar (de pie) 

 

-A mis primos, Romero y Botas, porque me han puteado, con cariño, cada vez que me han pedido que les dedique el libro.

 

 -A Asun, del USAC de la UPV-EHU, por tener mil palabras bonitas para el libro

 

 -A la peña Txispazo de Mecerreyes, porque con ellos la sonrisa siempre brota sola, el corazón se desborda y, tan importante o más, el vaso nunca está vacío 😉

 

 La próxima historia puede que sea en América Latina, por México y Perú, pero las circunstancias de la vida, causas y azares que cantaba Silvio, nos llevan por caminos insospechados, al albur de circunstancias sorpresivas que ahora hacen que todo sea más una incógnita que un deseo de certeza. 

 

En todo caso, ahora o más bien luego, volveré a acariciar las teclas, a devanearme por sitios inéditos, por imperios de ficción o agrietados por la historia; volveré a reclamar lo robado por el tiempo, a los padres cuyo espíritu alimenta mi luz desde una lápida guileta…

 

Y no olvidaré, exactamente como hago hoy cuando acabo de escribir este párrafo, que tuvo que ser en India, patria chica donde se recoge no solo la miseria y la excelencia sino la contundencia del conocimiento, donde aprendí a sangre y fuego que “todo lo que no es dado, es perdido”. Ésa es la única verdad sin matices, absoluta, que aprendí viajando.

 

 ¡De corazón, gracias a todos!

{{ brizy_dc_image_alt uid='wp-35cd5df98de8abf3045c17e09fcbae7f' }}

Written by David Botas Romero At:http://botitasenasia.blogspot.com/

E-Mail:botasmixweb@hotmail.com

{{ brizy_dc_image_alt uid='762af2982a008768a7e2afdab814fb6a8276d170.jpeg' }}

FOLLOW US ON SOCIAL: