Mercerreyas

Centro-oeste de Bali

Martes 21 de Mayo de 2019

Centro-oeste de Bali

Con la gasolina entrando peligrosamente en la zona de reserva nos hemos animado a recorrer viejos conocidos por el centro/oeste de Bali. La primera parada, inevitable, ha sido el siempre coqueto templo de Taman Ayun donde el espacio sacro se ve conjuntado con un estanque que lo rodea en el centro de un jardín cuidado al límite. Siempre he sentido debilidad por este templo y, quizás debido a ello, a cada visita le encuentro nuevos detalles llamativos (en este caso ha sido el precioso bajorrelieve cincelado que adorna el puente de acceso al sanctasanctórum). 


Del fotogénico templo del lago Bratan ya salí un poco decepcionado hace tres años tras comprobar cómo aquello se aproxima más a un escenario de reportaje fotográfico que a un lugar sagrado, y en ese sentido pues nada nuevo bajo el sol. Recuerdo que en dos mil cinco era un templo ajado con un atractivo magnético por su elegante decadencia entre balsas de niebla pero, poderoso caballero don dinero, su inconfundible y preciosa imagen ha atraído a las masas y ahora luce unos dragones de colores, parasoles no menos llamativos y estatuas de bailarinas que, con franqueza, más que sumar restan a un recinto que no debería olvidar su función religiosa.

 
Un nuevo poso de felicidad en Batukaru, puede que el templo que mejor se fusiona con el entorno tropical, y otro tanto en Jatiluwih, arrebatador escenario de arrozales aterrazados hasta donde alcance la vista. Ahora han clausurado el viejo sendero (una lástima porque sus vistas eran fantásticas) y han abierto otros dos o tres de distinta longitud que, en función de ganas o ánimo, dan juego a toda clase de visitante. De los cambios notados en todos y cada uno de los lugares revisitados en Bali, éste es, sin duda, el único transformado a mejor y que realmente convence por su practicidad. 


Tanah Lot, finalmente, ha sido también fagocitado por su fama y esa aureola de “foto perfecta” (idéntico al templo del lago Bratan) para terminar de convertirse en un parque temático. Es, y no puedo dejar de reseñarlo, escandaloso el número de visitantes chinos que pululan por la isla en esta, no se debe olvidar, temporada baja. El mejor termómetro para analizarlo es este templo, el más famoso, con la caída del sol, su momento más mágico. Es en ese instante cuando realmente uno se lleva las manos a la cabeza y entiende la magnitud del problema y por qué, esto de Bali que antaño destacaba por una población extremadamente amable y honesta con el visitante, ha devenido en un mero servicio comercial que ni se molesta en mirarte cuando entras a solas en su tienda pero babea en el momento en que asoma un bus de touroperador que siempre, absolutamente siempre, está rotulado con un cartel en caracteres chinos.

 
Yo sigo defendiendo la belleza de esta isla y su innegable interés, lo que todavía esconde por rincones menos de postal, pero Ina y Rober ya han dicho que con ésta visita rematan para siempre a Bali. Entiendo que no quieran volver porque, hay que ser justos, Bali es una caricatura de lo que fue demasiado a menudo. Es cierto que si rascas y tachas lo más obvio queda una sociedad interesante por descubrir pero, siendo una pena sus comentarios, no puedo dejar de entenderles porque esto es puro mercadeo o chorreo al visitante (con tanto chino a espuertas se puede decir que tres cojones les importamos los turistas independientes) y menos paisajes de postal. En serio que, de no ser por estas imágenes que aquí os dejo y que a mí siempre me convencieron y convencerán para no demorar mucho el regreso, incluso yo dudaría. Desde luego que los viajeros habituales por el sudeste de Asia tenemos un trabajo de concienciación importante si queremos mantener el nivel de ilusión y capacidad de disfrute por estas tierras viendo la que se avecina desde el norte, China, y el oeste, India, más, lo que es peor, el efecto demoledor que va asociado a ello en las relaciones entre locales y extranjeros.

Mañana cambio de tercio, compras (millones de chinos podrán encarecer la artesanía local pero nunca robar un ápice su belleza o delicadeza), y pasado vuelo a Bangkok porque mis hermanos ya regresan a casa mientras yo enfilo a Vietnam. Queda tela por cortar, libertad que es soledad. No obstante, ha sido una auténtica bendición estar con ellos para ir dándole la vuelta (en eso ando) a la pésima condición anímica que traía. Lo repetiré como un mantra y ojalá nunca vuelva a olvidarlo: la humillación, el insulto y la amenaza revestida de venganza pura y dura jamás, absolutamente jamás tendrán cabida en un mudra de Buda o Bodhisattvas.

El orgullo latente, lo que inspira a no cejar y recuperar una autoestima pisoteada con saña, es que todos a una, como Fuenteovejuna, hemos sabido lidiar con los momentos complejos físicos y anímicos que, a cada uno en distintos momentos del viaje, nos ha tocado afrontar bajo un calor infernal por Myanmar o ese tute demencial que, por norma general, me impongo a mí mismo y a quienes me acompañan. Sí, ya tienen mérito acompañándome en este caminar. Ha sido mucho el sudeste de Asia visitado, muchísimo, y vendrán de cine estos días próximos días para recuperar la fe y el cuerpo. Esta campanilla aún tintinea con la brisa de la conciencia tranquila. No solo sé que en mi puta vida habría obrado así, además mi baqueteado corazón se nutre de todos los que me conocen y lo pueden jurar por lo más sagrado. 

No os olvideis,porfa,de compartir las aventuras de David.Gracias