Mercerreyas

Un día en el Museo de Antropología de México D.F.

Lunes, 3 de octubre de 2016

México

México

El maravilloso Museo de Antropología de México

Primer día en la capital mexicana y ya abrumados por las multitudes. La primera en la frente ha sido el gentío en el maravilloso Museo de Antropología, incluso a primerísima hora. ¿Y esto? «Es que los mexicanos entran gratis los domingos», esgrime el de la taquilla. No obstante, el lugar todo lo diluye porque es, en mi opinión, el mejor museo del mundo. Una delicia para todos los que amamos la historia de civilizaciones antiguas. Teotihuacanos, toltecas, mexicas, zapotecas, mayas,… todos tienen cabida en este lugar único en el planeta. Ítem más, en la sala de exposiciones temporales nos encontramos con una sorprende exposición, cedida por el Gobierno de España, sobre el descubrimiento y recuperación de los restos de la fragata hispana Nuestra Señora de las Mercedes. Es tan genial la presentación de la misma, a la par de la colección permanente del museo, que Ina alucina. De seguido, ya de regreso en el centro, pasavolante a una catedral que tenía en el debe, con un altar repujado hasta el infinito y no mucho más que atraiga la atención. Comer entonces y hasta aquí.
Lo digo porque había movida gorda en el zócalo, la plaza central de la ciudad, demasiada policía y unos manifestantes cuyo cabecilla, micrófono en mano, no dejaba de llamar asesino a Peña Nieto, el presidente de la nación. Por momentos se ponía feo aquello. Para más inri, el Palacio Nacional, sede de algunos de los murales más afamados de Diego Rivera, estaba cerrado por ser el dos de octubre la conmemoración de una marcha histórica. Mi gozo en un pozo. Y como dicen que el que no se consuela es porque no quiere, al menos le ecuación tenía fácil solución: «si no hay Diego Rivera, habrá Frida Kahlo». Rumbo a la boca de metro más próxima y de allí a la barriada bohemia de Coyoacán. Pues allí tampoco, colega. La cola para entrar a ver su casa-museo, la Casa Azul, presentaba una longitud de más de cien metros. Imposible. Se torció todo al atardecer. ¿Y esto? «Es que la casa de Frida Kahlo se suele reservar para grupos grandes los fines de semana», aduce la vendedora de billetes para el subterráneo. Visto lo visto, tomar unas cervezas por Coyoacán, que al menos es un lugar hermoso y relajado, cenar y a la piltra. Oaxaca asoma pronto mientras Puebla espera mañana, y es seguro que saldremos para allí muy de mañana aprovechando el jet-lag que a las seis de la mañana ya nos tiene tiesos y desvelados. ¡Hay tantísimo que ver en este país que hasta lo de escribir se me está quedando rezagado!
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