Mercerreyas

Día 57: Koh Ker o la cuadratura del círculo

Sábado, 4 de noviembre de 2017

Koh Ker
Koh Ker

 

Llega de sopetón, en el momento más inesperado. Llega, te arrasa, y se regocija en las cenizas que ha creado, baila sobre ellas como sobre las ascuas de una hoguera en la noche de San Juan, como un acelerado nataraja de anfetamina. Llega, en resumen, enredándose a la altura de tu sien para no dejarte respirar, se atrinchera allí y martillea tu conciencia y corazón. Es en vano tratar de zafarse. Se llama añoranza y acaba invocando a todo viajero solitario, tarde o temprano. En el ayer crepuscular, cuando ya caía el tórrido sol de Siem Reap, se pegó una vuelta por mi hostal y decidió volver a repartir su tarjeta de presentación. Otra más. La calle, prendida de savia humana en pleno festival del agua jemer que vibraba bajo los temblores sonoros de fuegos de artificio, fue un cómodo almohadón con el que ahogar la desdicha de su víctima. La mía, la de todos los que no valemos para nómadas porque siempre tendremos un hogar al que barrer, una familia a la que querer, una novia a la que amar. En el “hace un rato” se quedaban templos maravillosos como Bayon, Chau Say Thevoda o Thommanon. No sirve. Las alegrías son siempre menos cuando la traidora melancolía decide leerte la cartilla. Incluso me ha hecho dormir fatal la muy zorra.

Hoy se había alejado tal y como llegó, de súbito. Me desveló a las doce y a las tres, ella a su rollo, pero a las seis y media era historia. En recepción aguardaba un tipo bonachón que se me presentaba como el conductor que habría de llevarme a nuevos templos. ¿Has dormido bien? ¿Fatal? ¿Por qué? No importa, ya dormiré en el camino.

Koh Ker y Beng Mealea, de resultas, han ido cerrando un círculo perfecto de templos jemeres al tiempo que han puesto sobre la mesa las cartas. Hora de contar tantos y amarracos. El premio por belleza para Banteay Chhmar, impecable. El de más atmosférico para Prasat Kravan, sin duda alguna. El de mejor ubicado para Preah Vihear, sobre una cresta fronteriza desde donde se divisan Tailandia y Camboya. Y el de más completo para Koh Ker, que no es templo, sino una antigua capital tachonada de ellos, a base de ladrillo y caliza, una mezcla perfecta entre Angkor y el pretérito Sambor Prei Kuk. Lo más famoso es la pirámide con ecos mesoamericanos, pero mención aparte merece Prasat Pram y sus raíces en plan Alien atenazando un par de santuarios. Precioso desde cualquier ángulo y con una plasticidad capaz de generar tal empatía que casi impide respirar, como si fueran tus pulmones presa de los tentáculos del ficus. Así, en resumen, se define el cuarteto de mejores templos fuera de Angkor, cada uno con su virtud especial.

Igual que Phimai o Phanom Rung, Beng Mealea nunca alcanzó a este nivel. Y menos desde que está forrado de pasarelas que facilitan la foto a turistas. Es cierto que permite una perspectiva aérea única, pero es demasiado caro el precio a pagar: convertirlo en una atracción con aspecto de parque de atracciones que demasiado a menudo obvia el hecho de que estás en un lugar sagrado. Por supuesto que es hermoso si buscas la foto idónea (clin, clin, onomatopeya de campanilla que resuena en la mente de todos los turistas más pusilánimes y holgazanes), pero ni de coña te imaginas allí como un explorador que tira de machete para limpiar lianas y acaba topándose con un santuario perdido. En Banteay Chhmar, por encima de dinteles, raíces y ficus desparramados que quiebran la piedra, esa maravillosa sensación era lo principal hace seis años, y por algún extraño designio sucede lo mismo en el Prasat Kravan de hoy. En realidad no es tan extraño, es solo que está donde Cristo dio las tres voces y el camino para llegar es una tortura, justo lo que espanta a los visitantes.

A la vuelta me he quedado colgado porque mi hotel se ha llenado con la multitud de turistas jemeres que aprovechan estos días para hacer turismo, y he acabado en otro igual de bueno o mejor por los mismos diez dólares que pagaba allí. Aquí no hay desayuno, pero a cambio hay piscina. Es la virtud de un Siem Reap tan saturado de oferta que se convierte, sin desearlo, en uno de los mejores lugares del sudeste asiático en cuanto a relación calidad-precio de hoteles. Casi que me he alegrado, si soy honesto, en la confianza de que ese traicionero de andanzas llamado añoranza haya quedado varado entre viejas paredes. Mejor no citarlo demasiado que eso suele dar mal fario. Mañana, sea como sea, Angkor vuelve a girar por un viejo conocido al que le están limpiando la cara, Ta Keo, y dos clásicos sublimes como son Ta Phrom (me decía el conductor de hoy, para mi alborozo, que ya han acabado la restauración que empañaba un poco su magia hace tres años) y Banteai Kdei.

Written by David Botas Romero
Visit us at:http://botitasenasia.blogspot.com/
E-Mail:botasmixweb@hotmail.com