Lagos pasados por agua

Un fiasco la excursión de hoy ya que no ha dejado de caer agua con insistencia ni unos instantes. Al final, como se ve en las fotos, poco que rescatar en lo que a paisajes se refiere aunque haya quien, como Ina, celebre estas vistas sumergidas por arriba y abajo. San Martín de los Andes, por su parte, es otro pueblo tipo La Angostura, con muchas casitas de madera en lo que, comentan los ancianos, es una imagen del Bariloche de antaño. Queda la permanente sensación de que esto no pasa de una foto o un breve puñado de ellas, con agua o sin ella, y que el día que toque recapacitar y hacer análisis asomarán muchas sombras, que desgranaré a gusto, para justificar por qué esto merece la pena relativamente y, en especial, por qué a cualquiera que haya visitado mucho mundo y le jodan las extorsiones disfrazadas de turistada va a encontrar todo esto del cono sur como prescindible siendo generosos.
Eso sí, siempre es agradable charlar con los lugareños, lo mejor del viaje, aunque tengas que asentir avergonzado y comerte los hue… con su risa sardónica cada vez que comentan, ufanos, lo mucho que se parece, desde hace unos años, la política española a la banda de cuatreros que campan a sus anchas en estos lares. Gracias a Dios Frida Kahlo no tenía razón del todo cuando decía aquello de «quise ahogar mis penas en alcohol pero las condenadas aprendieron a nadar», no en vano el vino argentino, en conversaciones informales, obra maravillas para las que no existen sentencias universales…

Mañana toca visitar el bosque de arrayanes de Villa La Angostura, donde hacemos un par de noches, y ya el sábado de regreso a Puerto Varas para ver un poco aquello, también Frutillar, antes de volar el lunes a Perú, lugar al que tengo unas ganas enormes de regresar por todo lo mucho y bueno que viví allí con mi madre.

P.S. Si alguno se pregunta por las setas, la respuesta es sí, efectivamente son las letales amanitas muscarias que, en una parada del tour y bajo unos pinos, asomaban por montones.