Mercerreyas

Parque Nacional Los Arrayanes

Sabado, 28 de abril de 2018

parque nacional los arrayanes

Parque Nacional Los Arrayanes

Día entretenido por Villa La Angostura visitando el sorprendente Parque Nacional Los Arrayanes donde esta especie de arbusto hecha árbol (luma apiculata), inconfundible por el color canela de su piel, su tacto gélido y su aspecto desconchado tal que eucalipto, domina un área virgen de bosque que, francamente, es una delicia pese a su reducido tamaño. Digo reducido tamaño porque el bosque de arrayanes cubre una pequeña parte del parque pero el resto estaba cerrado por tema de vientos fuertes. No obstante, esta zona, la verdadera esencia del lugar y motivo de nuestra visita, sí era visitable y hasta allí hemos ido en barco para disfrutar con otro pedazo de naturaleza inolvidable en esta Argentina infinita.
 parque nacional los arrayanes
A la tarde cambio de tercio y regreso a las alturas para visitar la cascada del Cerro Bayo y sus miradores donde, cómo no, los lagos y las montañas con la nieve de víspera creaban una estampa maravillosa. Andar y andar por allí, nueve kilómetros ya que la ida ha sido en taxi pero el regreso a Villa La Angostura ha sido caminando, que sumados a los seis de la mañana nos han servido para que las cervezas entraran de cine.
Imborrables recuerdos nos llevamos de Patagonia como las fabulosas vistas del Fitz Roy y los glaciares en El Chaltén, el descomunal Perito Moreno, el macizo de Torres del Paine y toda la sucesión de glaciares, lagos y bosques del área de Bariloche. Hemos tenido una suerte inmensa con el tiempo, que en el otoño austral es siempre una incógnita, y sin duda que, pese a las dificultades por lo turístico, caro y complejo en transportes que resulta demasiado a menudo, es un lugar para volver a no tardar mucho.
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Mañana rumbo a Chile, vuelta a Puerto Varas donde entre tarde de sábado y domingo trataremos de rascar un poco la superficie de lo que se pueda aprender tras edificios de madera y colonización centroeuropea. Hoy, con el tute, no queda tiempo ni ganas para teclear y hablar de la reina mora o la rosa mosqueta, de lengas, ñires o coigües, sino para recostarse y descansar unas horas.
Written by David Botas Romero
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