Domingo, 30 de diciembre de 2018
Meteora, los monasterios imposibles
Probablemente el lugar más emblemático de Grecia, fuera de playas e islas rodeadas de ese color aguamarina translúcido tan clásico del Mediterráneo en estas latitudes, los monasterios de Meteora asombran por su imposible localización, encaramados en la cima de moles pétreas. Apenas quedan seis de los cuarenta que se contaban en origen pero eso no resta para que impacten de un modo único. Luego, dentro de ellos, uno descubre entornos bellamente restaurados e iglesias fabulosas que, como la mayor parte de las cristianas ortodoxas, muestran frescos descoloridos entre los que aún se percibe el aroma a incienso y el murmullo de oración.
La suntuosidad del “Gran Meteoro”, el más completo de todos; el fantástico museo de “Varlaam”, desde la distancia el más sobresaliente; la sorprendente por bella y diminuta iglesia interior de “Roussanou” o su estilizada estampa cinematográfica; “San Esteban” y su balcón sobre Kalambaka, la “Sagrada Trinidad” con su acceso inolvidable a través de un túnel trepanado sobre el abismo,… Un universo de ciencia ficción en el que se conjugan naturaleza e historia para regalar una experiencia verdaderamente mágica.
Sensaciones placenteras y retórica aparte, hay que reseñar que en castellano se leen muchas gilipolleces con relación a cómo visitar este entorno, rutas sin sentido incluidas (¿cómo se puede recomendar el hecho de empezar la ruta ascendiendo a pie hasta “Sagrada Trinidad”?
Eso es una matada de la hostia que además vas a arrastrar todo el día), para promocionar excursiones contratadas (un clásico de deplorables blogs de viaje comerciales escritos por y para turistas). Lo cierto, por fortuna, es que usando el sentido común y vuestros pies, no necesitáis más, podréis visitar casi todos los monasterios en una jornada sin dejaros el resuello ni el bolsillo. A tener en cuenta, repito, la lógica más esencial de modo que:
1. Viajar sábados y domingos facilita la visita porque están todos los monasterios abiertos, fuera de esos días alguno(s) cierra(n) y, obviamente, hay que repensar el itinerario.
2. “San Esteban” y “Sagrada Trinidad” están más cerca de Kalambaka así que hay que acabar la visita en ellos, más aún porque desde “Sagrada Trinidad” desciende un sendero que te devuelve al pueblo en solo media hora. Finalizar en “Gran Meteoro”, solo porque es el más hermoso, es ridículo y una torpeza si dependes de transporte público.
3. ¿Te quieres quemar en cuestas y senderos empinados? No, ¿verdad? Pues usa la cabeza y empieza por el más alto, el “Gran Meteoro”, que además hay convenientes buses urbanos que te llevan a él. Son pocos servicios, tres en época de verano y dos en invierno, pero vayas cuando vayas siempre tendrás el bus de las nueve de la mañana que te lleva a él (hace un recorrido seguido por todos). Este bus es la clave porque nos deja a una hora inmejorable en el punto de partida (sobre las nueve y media llega a “Gran Meteoro”) y una vez allí prácticamente todo es de bajada.
4. En resumen, bus a “Gran Meteoro”, bajas unos metros a “Varlaam”, bajas un kilómetro de carretera a “Roussanou”, subes doscientos metros por un sendero y llaneas otro kilómetro y medio de asfalto hasta los dos últimos monasterios, los citados “San Esteban” y “Sagrada Trinidad”, que quedan cerca de Kalambaka. De ahí sendero descendente en picado y cerveza bien ganada en Kalambaka. Sin líos ni complicaciones, saliendo a las nueve y regresando para las cinco. En total se andan unos siete u ocho kilómetros súper sencillos.
Con esta ruta queda por visitar, únicamente, “San Nicolás” que, en mi caso, se queda para mañana. Dando caña sería posible visitar incluso éste, porque supone añadir solo tres o cuatro kilómetros más a la ruta, pero ya obliga a recortar tiempo para las visitas y comida. Yo creo que no es recomendable, y menos teniendo horas disponibles como me quedan a mí mañana. En todo caso, repito, que no os asusten con mapas o tours de agencia porque los monasterios están todos bastante cerca y es tan sencillo como recomendable unirlos de paseo, especialmente si os pilla un sol radiante como el que me ha tocado hoy.
Written by David Botas Romero
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