Mercerreyas

Gloria aqueménida

Sábado, 2 de marzo de 2019
Shiraz
En Shiraz,Iran

Gloria aqueménida

Acaso lo único que se le pueda reprochar a Shiraz es que su río esté más seco que la mojama. Y eso, en esta ciudad de eterna primavera, de poetas y buen vino (hoy prohibido), es una sorpresa mayúscula. Por lo demás es un decorado fabuloso de ladrillo color carne y mezquitas de impresión, con esos adornos tan sorprendentes con forma de celdillas de colmena que parecen desprenderse desde lo alto de los iwanes. Se come bien, se respira sano en sus fabulosos jardines repletos de pensamientos versicolor y se ve la vida pasar sin importar demasiado cuándo es la hora de esa cerveza que, aquí, no llegará nunca. 


Unos kilómetros hacia el norte quedan los restos del fabuloso Imperio Persa, la gloria de una Persépolis con la que Alejandro Magno no tuvo piedad. Y Pasargada, con la tumba de Ciro, un tramo largo más allá. En ambos recintos, principalmente el primero, se nutre uno de esa colección de rostros, leones y caballos que despuntan de las paredes. Si el sitio decepciona de primeras, todo torna a la sorpresa agradable cuando se admiran bajorrelieves de una calidad soberbia. Dario, Jerjes, Artajerjes,… Todos ellos dieron gloria de piedra y adobe a este lugar antes de hallar su descanso final en Naqsh-e Roqstam, una necrópolis de tumbas esculpidas sobre roca al estilo nabateo, un vestigio arqueológico a la altura de tan insignes personajes. 


Religión, sociedad e historia se entretejen para hacer inolvidable a una Shiraz cuyas atracciones, además, cuestan tres pelas gracias al desplome del rial, la moneda local, con relación al euro. Si a eso le sumas que esta gente parece que tiene petróleo por castigo (el litro cuesta una quinceava parte de euro) pues te puedes hacer un tour privado con un taxista hasta Pasargada y vuelta (cerca de doscientos treinta kilómetros en total) por la ridícula suma de diez euros. Ítem más, mi billete para mañana a Kerman, ocho horas de bus, cuesta poco más de tres euros. Y así con casi todo: las entradas a los sitios por poco más de un euro, comer de cine por tres, dormir por diez,… Irán es una ganga absoluta a día de hoy. 


Mañana, como digo, bus a Kerman al mediodía y una última mañana en Shiraz que aprovecharé para dar otra vuelta por el bazar viejo (Irán es un bazar y viceversa) y, quizás, comprar alguna chuchería artesanal que no sea alfombra ni derivados… a menos que sea voladora, jajaja. Lo digo porque bastan cinco minutos en este país para comprender la pasión absoluta que sienten los iraníes por estos artículos.

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No os olvideis,porfa,de compartir las aventuras de David.Gracias