Martes, 5 de marzo de 2019
Hasta pronto, Kerman
Mañana de despedida en Kerman paseando por las intrincadas callejuelas del complejo Ganjali Khan. Allí, en una diminuta mezquita, se encuentra la cúpula más hermosa que he visto hasta el momento. Un derroche de color, detalle y fantasía que acompaña a un bazar inmenso, inabarcable. Por último me he escapado a visitar el jardín Fath Abad, en las afueras de la ciudad. Para variar sus estanques estaban secos, igual que ayer en el jardín de Mahan. Los ríos secos, las fuentes otro tanto,… O mucho me equivoco o el invierno no ha sido generoso. Escribo esto en el tren, ya rumbo a Yazd, la cuna del zoroastrismo y ciudad que me devuelve a la senda turística más clásica (Kerman formaba parte de ella por la ciudadela de Bam hasta el terremoto, momento en el que los turistas se esfumaron tan pronto como Bam desapareció de las guías).
Es seguro que Kerman no goza de unos puntos de interés tan visualmente atractivos como los de Shiraz, pero a mí me ha regalado muchos momentos inolvidables gracias a la motivación que me ha traído hasta ella (visitar la devastada Bam) y a la natural amabilidad persa. Pocos lugares sobre la faz de la tierra pueden darme lo que Bam me regaló a espuertas: un espejo al fondo de mi abismo. Agradecido por ello, mañana volveré para no olvidar el dolor compartido que allí quedó.
No os olvideis,porfa,de compartir las aventuras de David.Gracias
