Viernes 20 de Julio de 2020
Bodhgaya, cuna del budismo
Bihar, uno de los estados más pobres de India, es también uno de los más luminosos gracias a Bodhgaya, lugar que guarda el árbol Bodhi (Ficus Religiosa) bajo el cual Buda alcanzó la Iluminación. Desde aquí arrancó su periplo para proclamar su doctrina espiritual enfocada en el Dharma. Es evidente que el Templo Mahabodhi, guardián del árbol sagrado, se erige en la visita estrella (inolvidable la atmósfera multicultural y multiracial que se vive allí gracias a los peregrinos llegados de cualquier confín del planeta), pero no es menos destacable la profusión de hermosos templos que se han ido construyendo a modo de satélites de este santuario principal. El templo butanés con su imagen colorida del Iluminado, los dos tailandeses (uno tradicional y otro más moderno), el templo japonés, el tibetano,… Un largo reguero de templos y monasterios que en muchos momentos se convertían en chispazos de emoción gracias a las múltiples plegarias de sus monjes o visitantes. Bodhgaya, por todo lo dicho, prometía confianza y ánimo para ese largo viaje, tan necesario para mi corazón como memorable para mi alma, que terminaría por enhebrarse desde este rincón indio hasta el Kioto más anónimo. ¿Cómo podría no emocionarme reviviendo estas imágenes de aquellos días?
