Domingo, 22 de octubre de 2017
ienen las iglesias católicas de Vietnam, herencia del colonialismo francés o incluso de misioneros anteriores en tiempo, una pátina de centurias que, sobre el cemento que las estructura, las da un aspecto gótico y tenebroso. Son, generalmente, monumentos tornados al negro gracias a chorretones que trepan por sus paredes, haciendo caprichosas formas geométricas, más propios de cualquier película de Tim Burton. Y aún así son hermosos. Austeros en su interior, templos inertes como los nuestros, poblados de solo silencio. Nada que ver con esa costumbre en boga de blanquear catedrales hasta dejarlas como la patena bendita, y si no lo crees date una vuelta por la catedral de Burgos. Sin embargo, en Phat Diem, a treinta kilómetros de Ninh Binh, se encuentra una de las catedrales más llamativas del país, estructurada por completo en sillares de piedra y madera tallada. Y lo más fascinante está en su estilo chino, con tejados de aleros con vértices girados hacia arriba y un campanario que no es sino una reconvertida torre del tambor. Un lugar increíble que ve pasar a centenares de turistas vietnamitas cada día y que ha sido la sorpresa más agradable de todo este periplo por Vietnam. Mañana regreso a Hanoi, hora de recopilar sensaciones de estas casi dos semanas en Vietnam, y de preparar el equipaje para coger el vuelo a Camboya.
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