Miércoles, 2 de enero de 2019
Delfos (Delphi), el Parnaso hecho brochetas de cordero
En las estribaciones del monte Parnaso, en una ladera de esta montaña sagrada por ser hogar del panteón mitológico griego, la vieja Delfos (Delphi) alberga uno de los santuarios más importantes de la civilización griega y humana por extensión. Tal es su importancia que hoy los turistas acudimos en masa a admirar los escasos restos que quedan, francamente poco inspiradores, y las soberbias vistas que regala el lugar hacia un inmenso valle donde un diminuto río serpentea, como plateado gracias a los primeros rayos del sol de invierno.
Piedra tras piedra por el recinto arqueológico bajo un día excepcional, quedaba detrás un museo bien bonito mientras que, por delante, unas sabrosísimas brochetas de cordero con patatas, igual lo mejor de Delfos sabiendo lo lamerón que soy.
No tengo muy claro si merece la pena el madrugón, la cola de turistas en la estación (he ido media hora antes de que partiera el bus y he pillado el último asiento de milagro) y las seis horas de carretera, tres en cada sentido. Ateniéndonos a lo visual puede que no, ateniéndonos a su atmósfera y peso histórico (como el Cuzco para los incas, Delfos era el ombligo del mundo para la civilización helénica), pues sin duda que sí.
Puedo asegurar que me he dejado media piel buscando debajo de cada roca al famoso oráculo, a ver qué me depara el destino, pero como de aquél (aquélla, en puridad) no queda ni la sombra creo que me conformaré con lo más próximo y seguro, visitar mañana el Ágora y el Museo de la Acrópolis, partir pasado hacia Jordania. Hoy el Oráculo no, pero quizás mañana, día supuestamente tranquilo, me iluminen Atenea y las musas para conseguir hilar un par de párrafos, que tengo la escritura condenada al Hades.
Written by David Botas Romero
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