Bagan inolvidable

Día de calzarse y descalzarse entre los mil y un templos que salpican la planicie de Bagan, un verdadero milagro erigido en honor a Buda a lo largo de los siglos con el deseo de limpiar un karma maltrecho. Son alucinantes desde Ananda hasta Mahabodhi, este último de recuerdo ya casi borrado por mi parte, y entre medias los inmensos budas de Manuha, la belleza pictórica de Sulamani (otra vez abierto al público tras el severo daño del terremoto de 2016), el colosal Thatbinyu, la cegadora estupa de Schwezigon,… Un largo rosario de lugares verdaderamente mágicos.

 Eso sí, que nadie espere un gramo de inocencia en gran parte de esta gente local de Bagan porque ya están terriblemente maleados y van a cuchillo a por el turista. Quedan muy, muy atrás los tiempos en que Myanmar era un país encorsetado por decisión propia y semi-vetado a grupos de touroperador, con toda la candidez y amabilidad genuina que ello suele llevar aparejado. 

Mañana día de bus rumbo al lago Inle, un sitio que estoy absolutamente convencido de que va a ser imposible encontrarlo tan cambiado como este Bagan al que he visto echarse bastante a perder a lo largo de distintos años. Cruzo los dedos por ello mientras celebro que la temperatura, por lo pronto, va a bajar cinco o seis grados en aquella zona montañosa 😉 En serio que Mandalay y Bagan han sido un verdadero tormento por el calor insoportable.