Mercerreyas

Cien días, hasta doscientos

Martes 18 de Junio de 2019

Cien días, hasta doscientos

Llevaban unos meses los vuelos reservados pero es ahora, de regreso de Tailandia, cuando toca empezar a perfilar el próximo viaje, una nueva escapada de cien días. 


Con la mochila aligerada, poniendo puntos sobre íes (algo que debí hacer tiempo atrás), el futuro asoma con insistencia. La primera escala será India, desde Patna hasta Kota pasando por Varanasi, Khajuraho, Agra y un buen pedazo de Madhya Pradesh antes de subir al área de Kota, en Rajastán. Tampoco sé cuánto podré cubrir ya que apenas cuento con veintiún días antes de subir a Katmandú, en Nepal, donde revisitaré las aldeas del valle homónimo durante ocho-diez días. Con todas las connotaciones del gigante indio ya asumo que, como siempre, me espera un tute grande, eso seguro. 


Por si no tuviera suficiente fatiga acumulada, China vendrá después, otro mes entero, entrando por Hong Kong antes de salir por Chengdú a Chiang Mai. Entre medias, partiendo de una idea esbozada, pretendo subir por Guizhou, Chongqing, quizás Shaanxi, Gansú hasta Dunhuang y, una vez allí, bajar por viejos conocidos de cultura tibetana tipo Xining, Xiahe, Langmusi o los soberbios parques naturales de Huanglong y Jiuzhaigou para terminar, como digo, en Chengdú. Nuevamente, ruta muy ambiciosa que no sé hasta qué punto podré cubrir por cansancio y circunstancias naturales (Sichuan y Gansú están a mucha altitud y quizás la nieve me frene algunos tramos). 


Tailandia vendrá de seguido con una semanita entre Chiang Mai, para disfrutar de mi festival favorito en Asia, el Loy Krathong, y Bangkok, parada y fonda para llevar a imprenta el nuevo libro. 


Tras recuperar un poco el fuelle en Siam seguirá el meneo por Japón. Cuento con once días a dividir entre Nagoya y cercanías, lo primero, y un Kyoto en el que invertiré una semana de templos para volver a alucinar con el colorido otoñal de las hojas de arce (momijigari), el momento más hermoso del año para disfrutar de la vieja capital nipona. 


Para terminar, como ya asumo que a esas alturas ni podré con los huevos, me piraré algo más de quince días a Tailandia para recuperar el ánimo y volver a trasnochar entre tragos de cerveza en buena compañía.

Cansa solo de leerlo, ¿verdad? 🙂 Acumularé, en definitiva, doscientos días de ruta a lo largo de este dos mil diecinueve. Mantengo la ilusión (ya nadie me la volverá a robar), la salud (relativa, el susto de Sakon Nakhon está ahí) y, mientras eso no falte, puede que encuentre en esa cifra las sensaciones y equilibrio de cara a años venideros. A la vuelta lo averiguo 🙂    

No os olvideis,porfa,de compartir las aventuras de David.Gracias