Mercerreyas

Langmusi, un alto en la frontera

Miercoles 30 de Octubre de 2019

Langmusi, un alto en la frontera

Imagina cualquier pueblo perdido en los Alpes, traslada su fondo de picos nevados, condenados a perpetuidad al manto níveo, súmale una población tibetana donde los monjes se multiplican, un par de templos hermosos, y el cociente se llama Langmusi. A caballo entre Sichuan y Gansu, esta localidad gélida (roza los tres mil quinientos metros de altitud) es la parada obvia cuando se pretende llegar al binomio de parques naturales de Jiuzhaigou-Huanglong desde el norte. 


En otros sitios han cambiado muchas cosas, pero en Langmusi la vida sigue su discurrir alebrada a yaks, ovejas y campos de cultivo. Sí, los templos han sido restaurados, los hoteles se han multiplicado y, consecuencia evidente, los grupos de chinos en manada han alcanzado también este rincón. Las llamas de las lámparas rondan ante un panteón budista donde Tsongkhapa se multiplica, los niños vuelven a observar con curiosidad a este laowai (extranjero) descarriado, las carreteras siguen cuarteadas por lo crudo del clima y la conexión de buses, como hace tiempo, es una incógnita que obliga a madrugar en exceso. Si solo existe un bus desde Xiahe, otro tanto del traslado por etapas hasta mi destino. A primera hora cogeré el único bus a Ruoergai, y desde allí rezar para poder pillar otro a Songpan, parada y fonda. 


En la frágil memoria quedará un hotelito en las afueras sin calefacción pero con manta eléctrica, perros pastores peludos la mar de dóciles, la amabilidad perenne de novicios mucho menos baqueteados que en Xining o Xiahe, unos momos deliciosos y un par de templos refulgentes donde sus salones de cálida madera permitían orar en calma por vacíos además de sorprenderse ante la belleza de sus figuras. En uno de ellos he acompañado a una anciana en su kora interior. Se postraba ante los sutras, musitaba algo de un lama, ante Tara, más oraciones al lama, ante un chorten enclaustrado, aún más bisbiseos (después de mirarme y señalar a la estupa como si fuera el copetín de la baraja), y ante todos sacaba una bolsa de plástico, la desenrollaba, cogía un billete de un yuan y lo posaba a los pies de la figura con reverencial solemnidad. Langmusi, solo por esa pasión religiosa que tiende una conexión íntima y cotidiana con la gente más humilde, al estilo de Xiahe, ya ha merecido la pena. 

David Botas Romero

Viajero imparable

Blog Matriz

En Langmusi

No os olvideis,porfa,de compartir las aventuras de David.Gracias