Mercerreyas

Hasta pronto, peluche

Sabado 9 de Noviembre de 2019

Hasta pronto, peluche

La base (de cría, prevención de enfermedades y reproducción) de osos panda situada a las afueras de Dujianyang no debería existir. No, al menos, así como la conocemos. Lo digo porque su existencia nace del terrible terremoto del año dos mil ocho que arrasó el centro especializado de Wolong. Ante la situación de emergencia, muchos de los osos panda fueron reubicados, primero en la base de Bifengxia y, posteriormente, aquí. Construida de urgencia y enteramente con capital donado por el gobierno de Hong Kong, la base acoge a un buen número de pandas, tanto rescatados de los alrededores por enfermedad o accidente como nacidos en zoos a lo largo del planeta. Hay que destacar, a cuenta de esto, que el gobierno chino suele ceder los osos panda por tiempo determinado a diversos parques zoológicos (a cambio, por supuesto, del millón de dólares anual que cuesta cada peluche de éstos) y, en cualquier caso, las (escasísimas) crías que puedan tener siempre son propiedad de la nación china. La base de Dujiangyan, a diferencia de la de Chengdu, está especializada en cuidados médicos y readaptación al medio, y es normal que muchos de los osos panda dispersos por el mundo pasen una temporada aquí, en cuarentena, al regresar a China. En total cuenta con más quinientos mil metros cuadrados, distribuidos en una zona de bosque de bambú preciosa, ideal para el propósito final de favorecer la integración y el desarrollo vital de esta especie así como para investigar los hábitos de estos entrañables animales.

 
La visita a este centro es, en mi opinión, incluso más recomendable que la clásica en las afueras de Chengdu. Siendo un sábado, he alucinado de las poquísimas personas que se veían. No solo eso, el entorno natural es más hermoso y la sucesión de inmensos recintos enclaustrados donde habitan los pandas sigue un patrón mucho más lógico y visualmente atractivo. Obviamente, esto redunda en una posibilidad de sacar mejores fotos e, incluso, en una actitud mucho más relajada y natural de los peluches blanquinegros. Por el contrario, adolece de pandas rojos, museo y área de neonatos (al menos yo no los he visto), que siempre ayudan a obtener una noción más completa por didáctica de características, hábitat y costumbres de este plantígrado.

 
¿Cuál de los dos centros es mejor? Pues los dos lo son. Sí, son extensiones grandes que obligan a invertir casi un día entero cada uno, pero son experiencias completamente distintas por los factores que he señalado. Si os gustan estos simpáticos animalitos y disponéis de tiempo, no dudéis en visitar ambos lugares. En Dujiangyan, por último, se puede hacer un carísimo “voluntariado” que consiste en limpiar las barracas de los panda y darles de comer a distancia. Bajo ningún concepto se permite el contacto, ni fotografiarse con uno en brazos. Hace unos años, en una base de Shaanxi, hubo un brote epidémico viral, transmitido por un ser humano que se hizo unas fotos con un panda (en aquella época aún se permitía), y la respuesta del gobierno fue tajante prohibiendo cualquier tipo de contacto humano-panda. Os he hablado del negocio que mueven estos animales, ¿verdad? En otras palabras, y siendo cristalino: todo lo relacionado con el panda, más allá de visitarlos en estos centros especiales que recrean su hábitat natural y promueven su integración en el mundo salvaje, es una estafa monumental generada por el capricho de muchos turistas incapaces de observar sin interferir. También lo repito: el panda es un ser vivo ultra-delicado. Que aún cohabite junto al ser humano, resulta básico mentalizarse, es un milagro que se mantiene en fragilísimo equilibrio. Y desde aquí, por supuesto, mi felicitación absoluta al gobierno chino por su cuidado y preservación (yo también critico el negocio montado con zoos, pero eso es otro tema), incluida la prohibición absoluta de contacto físico con turistas.

 
Pues hasta aquí. Hora de acostarme unas horas (tengo desde las siete de la tarde que van a dar hasta la una y media de la mañana) antes de salir para el aeropuerto de Chengdu y coger una avión a Bangkok a las tres y media. Tocarán allí tres horas de espera y otro vuelo a Chiang Mai, a donde espero llegar cerca del mediodía. Aguarda mi festival favorito en Tailandia, un Loi Krathong que siempre purifica y arrastra río abajo penas por pecados cometidos o sufridos. Es hora de descansar un poquito, hora de recuperar fuelle para visitar templos de Kioto que brillan con ese magnético colorido propio de la marchita hoja del arce cuando avanza el otoño.

David Botas Romero

Viajero imparable

Blog matriz

No os olvideis,porfa,de compartir las aventuras de David.Gracias