Mercerreyas

Un panda, dos pandas, tres…

Martes 5 de Noviembre de 2019

Un panda, dos pandas, tres…

Ha salido día de pandas, entre gigantes y rojos, para dar otro enfoque a estos últimos coletazos por el país comunista. La verdad es que me ha jodido volver a madrugar (los pandas son animales de hábitos muy tempraneros, el resto del día lo pasan durmiendo) pero, sin duda, ha merecido la pena más allá de, estaba cantado, la marea de visitantes que me llevaban en volandas. 
El centro de reproducción en cautividad y cría del oso panda que he visitado, a las afueras de Chengdu, es el más antiguo y famoso de los tres que actualmente se encuentran en la provincia. Este plantígrado, endémico de China, es no solo un símbolo de la nación sino un ejemplo plausible de cómo recuperar una especie animal que hace unas decenas de años estaba condenada a la extinción.

Son de sobra conocidas muchas de las características especiales que definen al oso panda, centradas básicamente es mostrar que estamos ante el ser vivo más sensible del reino animal. Su naturaleza solitaria, su dieta exclusiva de una variedad de bambú por lo delicado de su sistema digestivo (aunque, en realidad, sea omnívoro), su casi imposibilidad de reproducirse en cautividad y criar a más de un vástago (el panda recién nacido suele pesar entre cien y doscientos gramos, la mayor diferencia entre madre-cría de todas las especies conocidas), su especial por reducido ciclo de celo y reproducción, su permanente tendencia al descanso (obvio dado el escaso aporte energético de su comida),… son detalles que, sumados al ínfimo hábitat a que lo tenía reducido el hombre, hicieron de su extinción un peligro real y latente. Lo triste es que, independientemente de su endeblez, resulta ciertamente sorprendente y patético que un mamífero sin depredador natural, con milenaria trayectoria como especie, haya estado al borde de su desaparición por la exclusiva acción humana. Por fortuna el gobierno chino entendió su valor cultural, ecológico e histórico, dedicó muchísimos recursos a su cuidado y no dudó lo más mínimo en decretar una ley de pena capital para quien osara acabar con la vida de tan preciado símbolo del país.

 
Breves apuntes técnicos al margen, debo resaltar que yo no soy muy amigo de observar animales en cautividad, mucho menos si estoy convencido de que su visita va a ser un circo humano por la muchedumbre. En este caso, sin embargo, sí que recomiendo la visita dado el fantástico trabajo que se está haciendo en estos centros para repoblar de osos panda un país que, a estas alturas, ya cuenta con centenas de ellos en estado salvaje, repartidos entre Gansu, Shaanxi y, especialmente, una provincia de Sichuan que copa el setenta por ciento del total de ejemplares (de ahí que sea reconocible Chengdu como la capital del oso panda). 


No solo de pandas gigantes se nutre el recinto, atiborrado de distintas variedades de bambú, sino que también se pueden visitar los preciosos pandas rojos quienes, pese al nombre, no tienen nada que ver con los anteriores dado que son mustélidos. Comparten con los anteriores, eso sí, su afición a alimentarse a base de bambú y una sorprendente capacidad trepadora (también a éstos se les puede ver ocasionalmente relajados en los vértices superiores de tronco y ramas), aunque son animales mucho más vivaces que, lamentablemente, también están considerados como especie en riesgo de extinción por más que su número de especímenes en libertad sea superior al del oso panda gigante.

 
Y así se ha dado el día gris y mortecino, contando simpáticas bolas peludas, repasando el nuevo libro, echando la siesta (primera desde que salí de casa) y, en definitiva, bajando revoluciones, disfrutando de Sichuan una vez los deberes están hechos. Mañana, no obstante, ya me habré aburrido de descansar y seguro que partiré a quién sabe qué nuevo lugar.

David Botas Romero

Viajero imparable

Blog matriz

No os olvideis,porfa,de compartir las aventuras de David.Gracias