Mercerreyas

Coatepec y Xico

Jueves 20 de Febrero de 2020

Coatepec y Xico

Coatepec y Xico, el primero a diez y el otro a veinte kilómetros de Xalapa, son un par de Pueblos Mágicos bien conocidos de la región de Veracruz. Ambos presentan semejanzas y también alguna diferencia que los hacen muy interesantes en su conjunto.

 
Coatepec es, digámoslo así, más urbano. Presenta un casco histórico donde el aroma a café tostado inunda los alvéolos en cada esquina y un pequeño puñado de iglesias reflejan una historia próspera, propia de tiempos pasados (comienzos del siglo XX) en los que, a diferencia de hoy, el precio de esa semilla se cotizaba por las nubes. De resultas los santuarios aparecen enriquecidos y las casonas señoriales con amplios ventanales, guardados con preciosas rejas de forja, disparan la emoción. Súmale un surtido inacabable de cafeterías, amén de tiendas dedicadas al tueste y venta de este producto, y tendrás un enclave la mar de coqueto.

 
Se cuentan allí varios museos, ubicados en fincas cafeteras de la periferia, y uno humilde dentro del casco histórico. En él, si le despiertas de su letargo bajo sombrero tejano, un anciano te enseña el proceso de siembra, recolección y procesado posterior que genera ese intenso brebaje. Sorprende, al menos en mi caso, el hecho de que la variedad que plantan aquí sea hibrida. No les quedó otro remedio, me cuenta el tipo con la habitual parsimonia mexicana. Las plagas diezmaban el grano y les obligaron a mezclar distintos ejemplos de arábiga para obtener una planta y fruto lo suficientemente fuertes como para sobrevivir a las enfermedades que asolaban cosecha tras cosecha.

 
Y de plantas cruzadas sigue la cosa porque, punto de interés número uno e inolvidable para mí por lo que ha representado a lo largo de mil viajes por el Sudeste de Asia, el escondido Museo de la Orquídea es espectacular. Un pequeño apartado, el menos espectacular y con aspecto de vivero, se centra en esas variedades híbridas que se comercializan en nuestro entorno. Son mucho más resistentes, incluso menos dependientes de las exigentes condiciones medioambientales de humedad y calor que precisan estas delicadas flores. Pero donde realmente estallan los sentidos es a lo largo del resto del jardín, donde muestras puras, endémicas y asiáticas, brotan por doquier. Siendo febrero, uno se relame imaginando este edén en pleno abril o mayo, cuando florecen la mayor parte de ellas. Y desgrana el guía datos sorprendentes de las mismas: la etimología de la palabra orquídea y su raíz en la palabra latina testículos dada la similitud de sus tubérculos con éstos, el jardín idóneo que representa Ecuador para ellas con casi tres mil ejemplares distintos, su sorprendente longevidad (hasta ochenta años), su diversidad (más de mil subtipos solo en México, por encima de veinticinco mil a nivel mundial), el peligro de extinción a que se enfrentan aquí por la necedad de arrancarlas de la naturaleza para su explotación comercial, la disparidad de su tamaño (la más pequeña de este país mide apenas milímetros, como una que me enseña, mientras que las más pequeña a nivel mundial es un espécimen tailandés de ¡micras!, solo observable bajo un microscopio),… Un mundo de belleza natural, un descubrimiento apasionante. Junto a ellas, igualmente sorprendentes, multitud de helechos (uno de los seres vivos más antiguos sobre la faz de la tierra), más plantas epífitas y bromelias increíbles. Donde menos lo esperes, el día más insospechado, más feliz serás. Ésa es la magia del viaje.

 
En Xico, a quince minutos en uno de los frecuentes buses públicos que unen ambas localidades, la estrella es la Cascada de Texolo, un salto doble trepanado en la selva que descubre un nuevo vergel apabullante. Es un corto paseo alcanzarlo desde el casco histórico a través de fincas, cómo no, cafeteras; y un agradable regreso, bajo un sol de chicharra, para poder disfrutar de un entorno prendido de un alma más rural que Coatepec. Las casonas son más recias, desbalagadas, y sus calles empedradas una verdadera invitación a pasear y echar un trago viendo la vida discurrir. Xico, además, es famoso ser un primo hermano de Pamplona en San Fermín. Aquí, cada veintidós de julio, sueltan toros de lidia por las calles para que la gente los toree. Este festival, conocido como La Xiqueñada, ya se ha cobrado un buen puñado de vidas dada la proverbial afición de los mexicanos, acaso importada de los españoles, de mezclar alcohol y juerga.

 
A primera hora de la tarde agarro una primera buseta que me devuelve a Coatepec, después otra idéntica hasta Xalapa. Callejeo, devoro unos tacos árabes, me enrosco en mis pensamientos y fracturas emocionales, ahora mucho más distantes, y empiezo a creer que ha llegado la hora de bajar al Puerto de la Vera Cruz, y de allí otro breve tramo a Tlacotalpan. Bufo animado, caminando bajo aleros que no mitigan lo tórrido, calculando cuánto México queda aún por descubrir.

El Autor

David Botas Romero

Viajero imparable

Blog matriz

No os olvideis,porfa,de compartir las aventuras de David.Gracias