La ruta a Quiriguá y Rio Dulce
La escala de precios en la gringa Flores me estaba haciendo polvo, así que la última tarde había cruzado el puente a Santa Elena para buscar un supermercado donde aprovisionarme de algo para comer…
Hay veces que uno no sabe muy bien qué pensar de estas gentes. Tiene algo su simplicidad, su carácter inocente, que hace inevitable cogerles cariño. En el fondo las leyendas, leyendas son. Desarmadas de sentido metafísico y de metáforas incorporadas. Lo acababa de contar como quien revela, ungido de luz, el tercer misterio de Fátima y sonaba a mis oídos tal que chascarrillo, tal que estribillo de jota chusquera. Te pierdes en el lugar más sórdido de Guatemala y resulta que acabas tecleando una leyenda, plenamente consciente de que has aprendido más de la gente que te rodea en cinco minutos de Cobán que en tres lunas en Antigua.
La escala de precios en la gringa Flores me estaba haciendo polvo, así que la última tarde había cruzado el puente a Santa Elena para buscar un supermercado donde aprovisionarme de algo para comer…
Había llegado casi de noche a este reino del olvido, con el tiempo justo de localizar una pensión y echar unas horas de ronquidos. Tiendas, hoteles, agencias de viajes, aún más agencias,..
Créeme si te digo que, de modo imperceptible, le estaba cogiendo un cariño en exceso a Cobán pese a la basura que se acumulaba en los arcenes o rebosaba de las papeleras…
Cobán, al fin, se parece un poco a esa Guatemala que en su día dejé atrás. Luce una iglesia coqueta por encalada, un mercado de tipo asiático, explosivo al ojo y olfato, y una población mestiza pero también indígena…
Hace cinco años estuve aquí. Estuve con mi madre. Tú la hiciste feliz y se llevó un buen recuerdo de Antigua gracias a ti y tu mercancía. Solo quería agradecértelo, ahora que ya no está porque falleció…