Mercerreyas

Tailandia

13 de Julio 2017

Tailandia

 

Con el ocaso del día ha vuelto a asomar esa luna pecosa que anuncia Loy Krathong. Festival en el que tantísimo he vivido, entre ofrendas que se lleva el río, no he dejado de rogarle que les regale a mis ancestros un poco de querube. Y éste, generoso, me ha devuelto mi reflejo atenuado en sus grandes ojos acuosos, me ha mecido con mimo como antes hicieron todos los demás ríos tailandeses y me ha hecho sentir, por un instante, la naga más dichosa. Hundido entre la sociedad Thai, le agradezco a ésta con ternura que me haya regalado el aliento que necesitaba para acabar este libro en el que, nuevamente, vuelvo a reivindicar que el único viaje es el que sigue la senda del corazón. En este mundo en que estamos abocados a vivir sumergidos en estériles combinaciones de turismo y marketing, grito en soledad que no existe ruta, por miles de kilómetros que se recorran, que se salga del interior de uno mismo, que no incite a sacar a relucir emociones que la rutina capitalista se empeña en subyugar.